Las nubes ocultaron el Sol y llovió,
¡vaya si llovió!, fuimos Metro y Kase-O,
tú bajo la tormenta, yo bajo el contenedor,
fuimos dos muertos echándonos hormigón.
En mi soledad encontré inspiración,
y, como pudiste observar, dolor,
pero nos pudo el honor, la sinrazón,
y de mi boca nunca salió un "perdón".
Sin acción ni reacción no hay rebelión
y tus pupilas lloraron un corazón
que podrido un maldito día quedó.
Pero un cambio en la vida arreció
y, lejos de esperarme lo peor,
dediqué estas líneas a un viejo mentor.
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