viernes, 12 de diciembre de 2014

¡QUÉ IRÓNICO!

Y las gárgolas de la Iglesia alzaron el vuelo,
testigos de impotencia de alfileres
que clavaron mi sien al blanco de tu velo.
Malditas las noches de falsos te quieros,
malditos sean tus besos de anteayeres.

¡Qué irónico! Mi musa se marchó con otro.
¡Y que eufórico! Qué soleado se encuentra
el fondo de este oscuro pozo.
¡Qué placer el inevitable segundo tropiezo 
con esta destartalada piedra!

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